miércoles, 15 de junio de 2011

SOBRE LA OBRA DE JOAN HERNÁNDEZ PIJUAN















“El espacio es el protagonista total del cuadro”

Esta frase del pintor catalán, quizás, nos pueda dar muchas de las claves que hilvanan su trayectoria pictórica y la manera con la que se enfrentó a su proceso de trabajo.

Ayer, el profesor y Vicedecano de Cultura y Estudiantes de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona, Josep Montoya, nos deleitó con un singular recorrido por la mirada, actitud y pensamiento del pintor catalán Hernández Pijuan en su pintura, con motivo de la exposición que sobre el artista se puede ver en estos días en el palacio de la Madraza de la ciudad de Granada.

Siempre he pensado que la pintura de Hernández Pijuan, de entrada, es una pintura compleja por lo desnuda, sintética, austera, silenciosa, cadenciosa, por lo libre, por lo plástica y, quizás también intuía, por lo sincera y honesta.

El profesor Montoya, que ha tenido una relación personal con el artista y es un estudioso de su obra, hizo una reflexión como él mismo señaló, de pensar a posteriori cómo ha sido el encuentro y las conversaciones con Pijuan. Y estructuró la charla alrededor de tres conceptos esenciales a tener en cuenta a la hora de enfrentarnos a la obra del pintor catalán: tiempo, orden y posicionamiento.

  • TIEMPO DUAL: el que se sucede en la ciudad, tiempo de acumulación, de fragilidad, en el que trabaja con materiales frágiles como el papel y materiales fluidos. Y el tiempo que se sucede en el campo, tiempo de despojamiento, que marca el ritmo vital de otro modo, no tanto en la extensión sino que obliga a cumplir con lo necesario y a eliminar la frivolidad de todo lo que se contempla; por ello, su pintura se densifica y los materiales que se utilizan son más contundentes. Pintor y pintura, frente a frente.
  • ORDEN, en el sentido de organización de las partes para hacer una pintura personal y precisa y en la que Pijuan toma tres actitudes:

- percibir / sentir

- interiorizar / memorizar

- constatar / manifestar

· POSICIONAMIENTO. Todo lo percibido es material sensible para hacer pintura. Pero en este percibir-sentir, el pintor toma el posicionamiento de deriva de la mirada en lo aparentemente conocido. Mirada conseguida, también en su persistencia y en el ritual realizado en el estudio, en la práctica de la pintura. Siendo para Pijuan la práctica de la pintura como práctica del conocimiento. Actitud que parte de la necesidad de pintar en silencio, de atención a los pequeños signos, gestos, de contemplación. Tiempo de contemplación y silencio como máximo ejercicio para sentir y conseguir la obra.

El arte si existe, dice Pijuan, es en el taller. Y es en el taller donde el compromiso con el arte se hace patente, el compromiso con un concepto del tiempo más lento y moroso, que le lleva a pensar desde el arte, desde la coherencia, desde el compromiso. Es la búsqueda de un conocimiento más completo, más complejo, más preciso de la pintura, sin sobresaltos, sin espectacularidad ni artificio. El arte siempre como cuestionamiento, como pensamiento y meditación que, en su caso, se transforma en una confesión vital que se trasluce en la esencia de sus paisajes desnudos e íntimos, en las incisiones firmes sobre la materia, en su manifestación sintética, en la sobriedad de su color, en el silencio de sus espacios, en su mirada como pensamiento.

Termino con dos frases de Pijuan que comparto:

Mientras haya emoción, no hay repetición

Los cuadros se parecen a quienes los pintan

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